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martes, 5 de marzo de 2019

LA INSEGURIDAD CIUDADANA: Causas, consecuencias y responsabilidades.

Escribe: Jorge Pérez.

Nadie puede negar en éstos momentos, que se está sufriendo una sensación de inseguridad en la población debido a la difusión permanente de hechos delictivos o de violencia que se vienen dando en todo el país. Se presentan como sucesos cotidianos, creando en el imaginario social una permanente desconfianza que nos hace ver al otro como un posible agresor o enemigo, lo que deteriora la convivencia en el entramado social y por lo tanto la calidad de vida de todos. El joven, el pobre mal vestido, el desconocido, las motos, los trasnochados, el que usa barba o se rapa el pelo, el distinto, el desocupado e incluso el que demuestra algún progreso material puede despertar sospechas. Nos enrejamos, pedimos cámaras de seguridad, policías, el ejército, dureza en las penas judiciales, andar armados, patrullar los barrios, sin embargo el objetivo de sentirnos bien no se consigue. Nadie se a puesto a pensar en las causas de esa violencia que vivimos, y en todas las instituciones estatales y privadas que están involucradas y tienen arte y parte en la tarea de realizar acciones que eviten la generación de frustraciones que culminan en acciones de violencia. No pensamos en nuestros propios actos como generadores de violencia, a veces por no tener conciencia de lo que nuestro hacer, pensar o decir genera en el otro. El tema de la violencia y los actos infraccionales a la ley penal tienen una base económica y social en el sistema de producción y distribución de la riqueza generada por los trabajadores y apropiada por las clases dominantes. Ésta es una dimensión política del problema, que nos sentimos en el derecho de mencionar ya que quienes propagandean la falta de seguridad y planean un estado de control social a ultranza y de mas represión, están jugando a tener réditos justamente políticos en éste año pre-electoral y no están muy interesados en la solución real del problema. Otra pata fundamental en la producción de valores que aportan a la inclusión social y al desarrollo de nuestra sociedad, es la educación pública, gratuita, laica y obligatoria para todos, y garantizada por el estado. Pero no queremos abarcar aquí el tema en su totalidad para no extendernos demasiado por lo tanto lo circunscribiremos a nuestro contexto micro social suarense encarando los últimos acontecimientos que llevaron a la suspensión del desfile de carnaval local, el pasado día 2 de marzo de éste año. Todos los vecinos de Joaquín Suárez, sin mirar quien organizaba el evento, se aprestaban a disfrutar de una noche de alegría, de sana expansión y por qué no de un hecho cultural popular como lo son los desfiles de carnaval, con sus comparsas, escuelas de samba, etc. También vecinos se aprestaban a hacerse de algún pesito mediante la venta de comidas al paso en sus puestitos bien ordenados a la vera de la calle principal donde desfilarían los artistas, incluído el debut de "La Joaquina", primera comparsa lubola local. Entonces comienza a circular en las redes sociales una "fake news", que para mí es un rumor, tan bien definido por Ana Quiroga y Enrique Pichón Riviere como: "...la comunicación masiva y difusa, centrada en la información de que un hecho-de características no explicitadas-va a suceder. Es un mensaje subliminal susceptible de ser realimentado e intercambiado". El rumor tiene un contenido manifiesto y otro latente. Dicen los autores citados: "la transmisión en cadena que caracteriza al rumor tiene como punto de partida un hecho real pero distorsionado. Una situación de tensión, un clima de expectativa determinado siempre por factores socioeconómicos, conducen a la modificación de la percepción de un hecho y a su deformación. La información es transmitida rápidamente, porque su índole subversiva despierta tal monto de ansiedad que obliga a depositarla en otro". La información vertida en el rumor se infla a través de sucesivos pasajes, porque la noticia de alguna manera golpea en algún punto vulnerable de quien la recibe, lo conmueve y se difunde en una velocidad proporcional a la universalidad de los intereses que el rumor afecta. La desconfianza se instala y disminuye la capacidad de discriminación entre lo verdadero y lo falso. El rumor es un arma de la guerra psicológica. Su fin último es fomentar el miedo, desalentar la participación en lo colectivo o social, inquietar y deteriorar la autoimágen de una nación, de una sociedad o de un sector de la misma. El uso del rumor se convierte así, en una técnica dentro del contexto de comunicación de masas. Ningún rumor es inocente, sino que es emergente de una situación, lleva siempre su carga de intención y de sentido. Mientras que el chisme se mueve en un ámbito restringido de personas, el rumor en cambio tiene carácter colectivo. El sujeto que lanza un rumor, rearma la verdad que le sirve de instrumento, pero no puede evitar rearmarla de acuerdo con un estilo personal en el que vuelca sus fantasías y encubre sus deseos. Se debe tener en cuenta también, en el receptor del rumor, una actitud particular frente a la información que se define como una disposición a creer, que pasa de persona a persona, de forma oral o a través de las redes sociales con el desarrollo de las nuevas tecnologías de la comunicación, sin medios probatorios que muestren su veracidad. En nuestro caso específico, el rumor estuvo vinculado a los hechos del lunes 11 de febrero de 2019, donde en un tiroteo con la policía muere un integrante de la banda que asaltó la agencia de quinielas local. La información consistía en que para el día 2 de marzo, fecha de la realización del desfile de carnaval en Suárez, el hermano de la persona fallecida vendría fuertemente armado a tomar venganza disparando contra los asistentes al evento y la policía. Encontrando todos los elementos para surtir efecto, quien disparó éste rumor logró amargar la noche de cientos de vecinos que esperaban disfrutar de una noche de esparcimiento, de los participantes de los grupos que desfilaban, y malograr una oportunidad de ganarse unos pesos en buena ley de muchos otros vecinos que lo necesitaban y se quedaron sin poder vender sus productos. Éstas lamentables situaciones-acicateadas por fuerzas electorales contrapuestas a todo sentido humanista y popular, mareadas por el deseo de acceso al poder y los cargos de gobierno-deben ser desenmascaradas, elaboradas y solucionadas más temprano que tarde, si no queremos lamentar la pérdida de la libertad y los derechos, a cambio de la falsa seguridad que brinda el totalitarismo fascistoide con sus brazos armados: la policia y las fuerzas armadas.


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